jueves, 20 de noviembre de 2014

TRABAJO EN CLASES, SEGUNDO MEDIO


* Este trabajo es individual.


Objetivo del trabajo:
Estimular la apreciación estética de una obra de arte.


Actividad: 
De acuerdo a las elecciones de los artistas escogidos para la disertación, deben escoger una obra de arte del artista e inventar un cuento a partir de los elementos que contenga esa imagen o de lo que ustedes interpreten de ella.

Este trabajo sólo requiere de su imaginación, puesto que ella es ilimitada y sólo necesita pequeños estímulos para echarla a volar.

De acuerdo a lo que quieran contar, pueden agregar otros elementos, objetos y/o personajes a su narración, que no necesariamente aparecen en el cuadro, pero que nacen a partir de él. 

La extensión del cuento debe ser de por lo menos media plana de hoja de word, tamaño 14. 

Este cuento debe ser enviado en el transcurso de la clase al correo artesconso@gmail.com


Es muy importante, que antes de realizar el cuento, se hagan preguntas en torno a la imagen que escojan, como por ejemplo:



¿En qué estación del año se habrá inspirado el artista para la realización de esta pintura?
¿En qué lugar se desarrolla la escena?
¿Que hora del día será?
¿Desde donde mira el espectador esta escena?
¿Quienes aparecen en el cuadro?
¿ Quién será el protagonista de esta escena, el espectador, que mira desde un puente, o uno de los sujetos que aparecen en los botecitos?
¿Qué se les ocurre a partir de esta imagen?


El cuento de esta imagen, podría comenzar así:


Se sentó en el puente y comenzó a llorar. Un atardecer anaranjado iluminaba su cara. Sus lágrimas quedaban al descubierto, pese a su esfuerzo de secar su rostro una y otra vez. El verano ya terminaba, pero el sol iluminaba con la misma fuerza que en pleno diciembre. Recordó las vacaciones, el río, las montañas, el pan amasado, la hermosa vida de verano, donde no existía la rutina, sino la constante novedad. Una sonrisa apareció en su rostro, pero sus lágrimas seguían sucediéndose una tras otra. 


El muelle era su lugar favorito, por eso venía tanto para celebrar sus alegrías, como para vivir sus penas. Su abuelo fue quien le presentó ese rincón de la ciudad cuando era apenas una niña de unos cinco años. Allí la llevaba a pasear en bote los días domingos, donde se quedaban toda la tarde después del almuerzo. Ahora, que ya tenía veinte años, más que andar en botes le gustaba simplemente venir a mirarlos. Le recordaban parte de la infancia que ya no regresaría, le recordaban a su abuelo, quien ya no estaba con ella y por quien lloraba...

Le recordaban que ya no existirían nuevos recuerdos, y que la última imagen que tendría, sería la de su abuelo en el sur, pidiéndole que pasearan en bote. Ella se había excusado diciendo que ya no era niña, que más adelante, que en otra oportunidad...

Esa oportunidad ya no llegaría jamás.


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